Diputado Adolfo Orive Bellinger |
En días recientes, derivado de la intención en el Congreso de la
Unión por someter a discusión y posible aprobación la llamada Reforma
Política, surgió, gracias al decidido impulso de algunos intelectuales,
el debate respecto a la conveniencia o no de las candidaturas
independientes o “ciudadanas”.
Esta propuesta parece continuar,
por contradictorio que parezca, con la intención de no empoderar a la
ciudadanía. No existe algún viso por querer iniciar un verdadero proceso
histórico de manera que la mayoría de los mexicanos tome en sus manos
los espacios públicos y la resolución de sus problemáticas más urgentes.
Seguimos siendo una democracia representativa sustentada en un
sistema competitivo de partidos, y poner a personas sin aparente
filiación política a competir, no representa cambio alguno.
El
anterior es un escenario propicio para continuar y profundizar la
manipulación de los medios masivos de comunicación, de grupos
hegemónicos y el clientelismo de algunos partidos; manipulación y
clientelismo que bloquean el desarrollo de la democracia, pues la
mercantilización de la política le da un peso brutal al acceso a
recursos económicos, con los cuales deberá contar, y de manera
importante, cualquier aspirante ciudadano.
Sin duda los partidos
no sacarán las manos de las candidaturas independientes –ahí está el
IFE como muestra—, pues cuentan con recursos públicos para respaldarlos.
Por su parte, los medios de comunicación o grupos empresariales, podrán
postular a sus propios representantes. Un punto más grave aún es abrir
al narcotráfico la puerta de la legalidad para participar en las
jornadas electorales.
Al parecer, quedó para mejor ocasión
permitir a millones de mexicanos, cuyo nivel de vida no ha mejorado en
casi tres décadas, participar directamente o mediante organizaciones
sociales y cívicas de las que formen parte, en los asuntos públicos de
sus respectivas comunidades, influyendo de manera importante en las
decisiones que tomen sus representantes populares o gobernantes y el
presupuesto que ejercen mediante una ley de participación ciudadana que
empodere de manera real y efectiva a la gente.
La intención
expresada por algunos personajes públicos respecto a intervenir en la
política por fuera de los partidos, evidencia que aún conciben al poder
político como un fin, y no como un medio para transformar la realidad.
Debemos
insistir en la construcción de Poder Popular y organización ciudadana
para ser contrapeso real de las administraciones y visiones continuistas
así como del accionar tendencioso de los poderes fácticos, los cuales
adquieren cada vez mayor influencia.
Desde hace más de 30 años
hemos construido un edificio de instituciones sin cimientos, sin
participación ciudadana real. Por lo que me parece un despropósito
insertar en ese edificio candidaturas con el adjetivo de
“independientes” o “ciudadanas”, dejando de lado las tremendas
inequidades económicas, sociales y culturales manifiestas en nuestro
país. De aprobarse la reforma, decenas de millones de ciudadanos
formales seguirán únicamente marcando cruces en papeletas electorales.
Para
que haya democracia –es decir, para que el pueblo tenga poder, que no
es lo mismo que el pueblo elija gobierno— debemos promover, mediante una
ingeniería dinámica institucional, una transformación social que genere
decenas de millones de ciudadanos participativos, es decir, plenos y
empoderados, incidiendo directamente en las decisiones públicas que le
afectan mediante planeación y presupuesto participativos, algo que se
está probando y está dando resultado en la capital del país.
Adolfo Orive
Coordinador GPPT-ALDF
http://www.sdpnoticias.com/columna/2468/Empoderamiento_ciudadano
No hay comentarios:
Publicar un comentario